AFÍLIATE

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Barcelona, 16 de noviembre de 2019

 

En cada sabotaje a las líneas de Renfe, en cada asedio a locales comerciales para forzar los cierres por la mal llamada vaga general el pasado 18 de octubre, en el metro, en las estaciones, en los locales de ocio nocturno se encuentra algún vigilante de seguridad prestando servicio y visiblemente desprotegido.
El pasado 28 de octubre pudimos ver las imágenes del intento de cortar el acceso a la estación de Sants en Barcelona, y era como mínimo chocante, la imagen de la gente increpando y provocando a los Mossos d’Esquadra y en segunda línea de intervención a los vigilantes de seguridad.
Según relata el Preámbulo I de la ley de seguridad privada de 5/2014 del 4 de abril del 2014, indica que:
Cada vez más, la seguridad privada se considera una parte indispensable del conjunto de medidas destinadas a la protección de la sociedad y a la defensa de los derechos y legítimos intereses de los ciudadanos.
Ante esta afirmación sorprende ver cómo mientras los policías iban con todos los medios reglamentarios en caso de disturbios (casco, defensa larga, protecciones, escudos …) los vigilantes de seguridad iban a cuerpo descubierto, únicamente con una defensa y unos grilletes de los denominados “tipo manilla”.
Esta falta de protección se hace evidente día tras día en cualquiera de los servicios en los que la seguridad privada está presente.
Turnos de mínimo 12 horas, descansos insuficientes, imposibilidad de formar binomios para intervenciones por ahorrar costes, empresas que pagan por debajo del ya muy insuficiente convenio colectivo… y así un largo etcétera.
Se ha hecho costumbre (y ahí radica el principal problema) lo fácil y gratuito que resulta faltar el respeto a un vigilante de seguridad e incluso agredirlo.

 

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Manuel Rodríguez
Coordinador delegado de alternativasindical en Catalunya